No me gusta ser agresivo en las ruedas de prensa, por esa razón suelo ser irónico, sin ser hiriente, cuando de manera subrepticia alguna de las preguntas, lleva todo el peso de la mala leche imaginaria. Unos la pillan, otros ni se enteran, solo si el entrenador responde “alterado”, imaginan que la pregunta llevaba cargas de profundidad. Si pregunto suave, me he “vendido” a Oltra y sus tortillas. Si soy agresivo, falto al respeto al entrenador. Es obvio que los que trabajamos en el mundo de la información deportiva debemos ser imparciales. Para mi es difícil mantener esa objetiva imparcialidad, porque los impulsos emocionales juegan un papel definitivo a la hora de escribir o hablar, lo que provoca que me afecten misteriosos registros de tipo afectivo, incluso sentimental y amoroso, hacia el Real Club Deportivo de A Coruña. Sin caer en la demagogia tribunera, es de timoratos hablar o escribir desde la lejanía. Me enamoran las distancias cortas, por esa razón me gusta bailar las canciones lentas. Prefiero estilar lo que pienso con libertad, a cara descubierta, con mi nombre y apellido, de frente y mirando a los ojos, sin ocultarme bajo un seudónimo. Los tipos que hablan sin tapujos, sin vueltas, sin hipocresía, los que no rehúyen el cuerpo a cuerpo, los que hablan de frente sin ocultar en sus palabras mezquinas ambiciones, son respetables. He leído en foros algunas aseveraciones que me alegraron el momento, riéndome a mandíbula batiente. Me he dado cuenta lo importante que soy, cuando sin conocerme de nada, hay tipos que se dedican a criticarme, incluso algunos, alabarme. Gracias a los unos y a los otros, aunque prefiero los que me critican sin criterio, me recuerdan a los inolvidables payasos de la televisión, por lo menos, me hacen reír.
Los aficionados pagan para disfrutar de las victorias en el estadio de Riazor, y sobre todo, ver fútbol. Se ha comprobado que en Primera División, ambas cosas están divorciadas: futbol o resultados. Si hay fútbol será más fácil ganar, si defienden bien todos. Estoy convencido que José Luis Oltra tiene muchos más argumentos que mostrar para que los puntos suban al casillero. Formulo una pregunta al revés: ¿Y si se hubiese ganado con gol de Bodipo, de qué coño hablaríamos esta semana?.
Preñar por la oreja no es bueno, en momentos difíciles se impone la prudencia, situación que parece no entender los que dicen por decir, que soy amigo de Oltra, antes de Lotina. Qué fácil es colgar etiquetas de amigos cuando uno piensa en el Deportivo, es cierto que tampoco soy su enemigo. Admiro profesionalmente a Oltra y como persona, es de diez. Tengo buenos amigos, aunque dos son de mi preferencia: Carlos Muiños y el Real Club Deportivo de A Coruña. Creo que está todo dicho sobre este tema.
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