jueves, 24 de enero de 2013

Los hijos de Hércules, en el umbral del vértigo

Sobre todo, después de ver el partido que el Deportivo jugó en Pamplona. La falta de definición a la hora de encarar, de concentración-segundo gol-e intensidad, privó al equipo de sumar, parecían los jugadores peces metidos en una pecera redonda, daban vueltas y vueltas por el campo de juego como las norias los días de fiesta. El Osasuna consiguió dos goles y el Deportivo un gol y dos burbujas. Los “casi goles” no existen en fútbol, o se materializan las jugadas, o se queda con la cara de cartón por no conseguirlos. Al equipo lo he visto inmovilista en Pamplona, tiene una serie de cuestiones a modificar y resolver de inmediato, de no ser así, de verdad, de verdad, no habrá calculadora que se resista a las cuentas que echarán los aficionados en los últimos partidos de Liga.

He visto el domingo, a la hora del aperitivo, como los picapedreros del Deportivo trataron durante quince minutos de modelar el juego en el Reino de Navarra. Los circunstanciales hijos de Hércules-Alex Bergantiños lo es- defendían las posiciones como numantinos, les faltó coraje para atacar las almenas de los navarros. Los encierros imprimen carácter, los pamplonicas corrían detrás del balón, como si a la vez, seis morlacos de la ganadería de Victorino los persiguieran. Frente a ellos unos mansos de carallo, sin orden ni concierto, corriendo en todas direcciones, sin ideas para revertir la situación. En los últimos minutos, cuando los numantinos eran los de Pamplona, defendían con lanzas y piedras los tres puntos, los picapedreros de A Coruña comenzaron a manejar el buril, querían hacer en diez minutos lo que no fueron capaces de logran en sesenta y nueve. Menos mal que San Fermín, por la indolencia de sus fieles, los castigó con un gol que, pudiera ser, importante en el último partido de Liga, por aquello del golaveraje.

Existe un viejo dicho en futbol: se juega como se entrena. No fue cierto en Pamplona. El Deportivo entrena con mucha intensidad y lo que faltó en el Reino de Navarra fue intensidad. La situación es preocupante, no alarmista, lo que menos se necesita en estos momentos de incertidumbre es provocar alarmas, aunque es mejor exagerar, que quedarse corto y pasar por los sustos de última hora, como sucedió en tiempos pretéritos. El tiempo no corre a favor del equipo, hay que puntuar ya, de suceder lo contrario, en vez de ajos en el terreno de juego de Riazor, que tanto molestan a los colegiados, habrá que encomendarse al dios de los goles a favor, haciendo prerrogativas para que lleguen de inmediato. Si es necesario, se vuelve a los tiempos de los Rosarios de la Aurora, lo que sea menester para que, los puntos suban al casillero del Deportivo. El peligro del descenso, aunque faltan muchos partidos para llegar al final de Liga, asoma la cabeza por el brocal del pozo. La agonía deportiva por ser últimos en la clasificación debe reconstruirse inmediatamente, técnicamente es posible, han cambiado las formas con Domingos, ahora solo falta que el Deportivo concatene tres resultados positivos para alejar el brocal del pozo

Lo que realmente interesa ahora es el futuro inmediato, conseguir la apuesta que todos los deportivistas anhelamos, una victoria en el partido del sábado contra el Valencia, un murciélago herido por culpa del manotazo del Real Madrid. El conjunto del Turia será un rival muy peligroso, aunque está pasando una mala racha por juego y resultados, puede resurgir en cualquier momento y darnos un disgusto. Los jugadores del Deportivo deberán estar muy concentrados durante el partido, sin dejar libertad a los creadores y atando en corto a sus realizadores. El sistema que debe emplear Domingos para este partido, o el dilema si debe jugar este u otro profesional, es un tema que tiene que resolver el entrenador, es su cometido y sabemos por lo visto hasta ahora, que en su haber, los resultados son favorables.

Levantado el embargo al Deportivo, los jugadores van a cobrar lo que les pertenece en justicia. El sábado saldrán sin presiones a jugar contra el Valencia. Deberán vestirse con el traje azul y blanco que representa el sentimiento, esperando con ansiedad y patente angustia, en el túnel de vestuarios, el momento de saltar al terreno de juego y realizar la faena de su vida en la hora de la verdad, que no es otra que ganar o ganar al Valencia. Al final si no ganan, que no vengan con milongas.

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