Quiero ser un iluso-según la Real Academia Española:
Propenso
a ilusionarse, soñador-¡Qué bueno es soñar! aunque
sea despierto. Si, despierto contemplo la bravura de mar que golpea contra las
rocas de Riazor, Orzan, Punta Herminia, San Amaro, un espectáculo de colores y sabores. El de la mar es azul reflejo del cielo
coruñés y blanco la espuma, como refulgente son los deportivistas que, a pesar
de la situación del equipo, en tema deportivo e institucional, creen que puede
revertirse la situación y llegar al último segundo de la Liga con opciones de
salvar la categoría. Primera es esencial para el devenir del Deportivo, por esa
razón, los deportivistas más que nunca, tenemos que apiñarnos para conseguir lo
que hoy aún nos parece más difícil.
No quiero noches largas de piedra, como la
que vivió el Deportivo durante veinte años en Segunda División, hasta que llegó
un visionario, o un loco soñador. Sin
red, ni bola de cristal, ni cartas del tarot, ni quiromancia, pronosticó que el
Deportivo llegaría a Europa. Los que estábamos presentes le llamamos loco: “Este
tío se le fue la pinza, se cree que el fútbol es hockey”. Los locos fuimos
todos los deportivistas, de contentos, al
comprobar que la profecía de aquel soñador,
que despierto desde el balcón del Ayuntamiento embriagado por el ascenso, pronosticó
que le ganaríamos al Real Madrid, Barcelona, jugar en Europa, etc., se cumplió
con creces. Su locura fue mucho más lejos, el Deportivo ganó una Liga, Copas del
Rey, Supercopas. Para eso se necesitaba dinero, los badulaques arrojaron a la mar las llaves de las puertas
de la ciudad, absolutamente todas se cerraron al Deportivo. El miedo mediático acojonó
a muchos tipos con poder político y económico de “La” Coruña, con trayectoria inmaculada-según
la prensa- en aquellos tiempos, hoy descubrimos que fueron vulgares guindones. El Deportivo
vende mucho más que denunciar las fechorías de aquellos tipos que engrandecían la
ciudad con dislates urbanísticos, o llenando bolsillos propios y ajenos con el dinero
que reclaman las personas timadas por preferentes. Lendoiro es noticia, como también
lo son los guindones, con nombres y apellidos.
Hay que echarle huevos para ganar
partidos, como también para desposeer de
los honores que en su día los amigos les concedieron a los caballeros andantes
con faldriquera, ladrones de guante
blanco. Tocar el cielo tuvo un coste, ahora cuestionado por quienes aplaudieron al presidente haciendo dinero en caja. No hay memoria histórica, solo intereses espurios para acabar con la ilusión de miles de personas. El fútbol además de goles es ilusión, Lendoiro supo y sabe venderla muy bien. El equipo desciende y una masa de colores blanco y azul inundó las gradas del estadio de Riazor, llevado al equipo en volandas hacia Primera División. Los tiempos son malos, el lobo amenaza y amaga con la desaparición del Deportivo, cargan tintas contra Lendoiro, es obvio que es el culpable de lo bueno y malo, pero no el único. El Deportivo de “La” Coruña no lo dejaron ser profeta en su tierra, la pasta había que ir a buscarla fuera de Galicia, en muchas ocasiones fuera de España. En los tiempos del ladrillo, los guindones políticos y financieros de esta ciudad, querían construir un estadio, incluso tenían ubicación en suelo dotacional.
Estoy convencido que se puede lograr la permanencia, aunque tenga que hacer lo que no me gusta y es recurrir a las cuentas de la lechera. Ladrón no proviene de ladrillo, aunque demasiados ladrilleros políticos, empresarios, directores generales estuvieron forrándose en esta ciudad y el silencio de palabras jamás tuvo voz.
Entre todos los deportivistas podemos, que nadie lo dude, los de siempre quieren romper el sentimiento, mientras existe unidad, jamás lo conseguirán.
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