jueves, 27 de junio de 2013

Yo lo diré primero

 
En el mundo hay cuatro golfos, los geográficos: Vizcaya y México y dos  que superan con creces los mencionados, son obviamente los que viven colateralmente del fútbol y los trincones de la tauromaquia española. Golfos que, por el arte de birla birloque, son capaces de meter un cucurucho mayor en otro menor. Entre paréntesis, si, entre paréntesis, son siempre las mismas nueces las que provocan el ruido. Algunos craneotecos me acusarán de mordaz maledicencia por escribir que, fútbol y toros son el cobijo de los mayores golfos del mundo.
En el terreno deportivo estamos asistiendo a un funeral sin que el muerto “estirara la pata”. Las plañideras son las miserias humanas de los posible mesías, las calaveras vivientes, los tipos listos que pescan en ríos revueltos, los oportunistas que hablan por hablar, los que  fracturan el deportivismo. El Deportivo de momento es un muerto que ficha jugadores. Y digo Deportivo, como la letra de la canción, no hablo de su presidente, Lendoiro finalizó un ciclo. Me rio cuando escucho: “Lo que hago es por el bien del Deportivo, es tan grande mi sentimiento que no puedo dejarlo morir”. El estribillo es tan viejo como la canción de la Parrala. Me ha tocado vivir  situaciones en el Deportivo como la de ahora, o quizás peores como la que precedió a la victoria por “abrumadora” mayoría de Augusto Joaquín César Lendoiro, jaleada por los piloneros de antaño, consintiendo todo tipo de irregularidades en su elección, permitiendo incluso que, se conculcaran algunos artículos de los Estatutos de la entonces Sociedad Deportiva. El candidato-había otro que reunía todas las condiciones que marcaban los estatutos, menos las bendiciones de los todólogos-el candidato preferido era nada más y nada menos que el presidente del laureado equipo de hockey, Liceo. Un buen aval para llevar al Deportivo a cotas jamás imaginables. ¡Qué putada! Las hemerotecas están para darse en ocasiones baños de verdad. Lendoiro cumplió la promesa que había lanzado a modo de  exorcismo desde el balcón principal del Palacio Municipal. Se le ganó al Barcelona, al Real Madrid y mas, mas, mas. Con la connivencia de todos-menos yo, entre otros-Lendoiro fue envestido presidente del Real Club Deportivo de A Coruña, o “La Coruña” si la que escribe es Massiel . Mientras pintaron oros, muchos de los que ahora denostan al presidente, cuales tahúres del Misisipi, guardaban el as de triunfo en el pantalón de bolsillos, ganando partidas de poker, sonriendo al presidente. Los miserables-hay más que moscas en el panal de las Fábulas de Samaniego -ahora hablan de fracasos.  Los días de vino y rosas se olvidaron, es más fácil recordar a Manteca, que a Mauro Silva, por citar un ejemplo. No hay nada tan triste como recordar el  cuadro de nuestras miserias humanas.
Llegó el tiempo de despojarse de la careta de la hipocresía y decir cada uno lo que pretende, cuáles son sus ambiciones. Los que están moviéndose deben dar la cara y no utilizar peones para convertirse, como hicieron en su momento un buen número de socios con Lendoiro, en el salvador del Deportivo.  En esta partida de ajedrez las palabras de los deslenguados no tiene valor, el rey-acciones-marca los tiempos de la partida.
En este medio denominado eufemísticamente “aparato de propaganda de Lendoiro”, escribí que el presidente había cumplido un ciclo y debía hacer las maletas, mostré mi desacuerdo con su gestión, defendí a su irreconciliable “enemigo”, y sigo escribiendo con libertad. ¡Manda carallo!, algo inaudito en otros  medios de comunicación que blasonan de libertad. Hay que escribir al dictado, o no comes.
En mi último artículo quiero dar las gracias a todos los compañeros de este medio de comunicación.  He compartido momentos agradables con ellos, la mayoría son jóvenes con talento y capacidad profesional contrastada. No es fácil escribir en un “aparato de propaganda” sin caer en la adulación, los profesionales supieron en todo momento diferenciar la raya que delimita el profesional objetivo, del pilonero adulador. Desde las/os periodistas, pasando por maquetadoras/es, fotógrafas/os, administrativas, en todos ellos he encontrado a compañeros inolvidables, personas de contrastada valía profesional y  calidad humana incomparable.
A modo de exordio, a los salvadores los condeno al muladar. Lendoiro debe irse. La Federación de Peñas poner orden y decir lo que pretenden y Fernando Vázquez que siga fichando con acierto. Gracias a ti por leerme y a quienes entienden que la libertad está en escribir lo que dicta la conciencia, no en el bolsillo. Lendoiro no es un dios,  tampoco un demonio, muchos de los que hoy lo acribillan con falacias  lo convirtieron en el mesías del Deportivo cuando el Club estaba al borde de la desaparición.

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