Llegó el día deseado, las gaviotas de la playa de Riazor,
a las once y media de la mañana emprendían el vuelo hacia la playa de Samil, dos
playas unidas por el mismo océano y sentimiento. No es un día cualquiera para
los gallegos que vivimos en esta querida tierra glauca y para los de la diáspora.
Miles de gallegos, celtistas y deportivistas, seguirán por televisión, emisoras de radio,
twitter, Internet, las evoluciones de los dos equipos. Los que viven allende los mares, emplearán las
nuevas tecnologías para seguir en directo lo que suceda en Balaidos. El
ordenador es un instrumento esencial en la tarde de hoy. En donde esté un gallego, se escucharán los gritos cuando uno de los dos equipos consiga un gol. Los gallegos de la diáspora disfrutarán de los goles de dos equipos que son norte y guia de ilusiones y sentimientos. La torre de Hércules iluminará el Castro de Vigo, la catedral de Compostela, las Burgas de Ourense, las murallas de Lugo, y la Peregrina de Pontevedra. Rivales si, pero todos gallegos
El derbi no es un partido cualquiera, es el deseo
de dos aficiones que quieren ser superiores en el contexto futbolístico gallego.
Dos equipos, perdonen los lectores, voy a emplear un poco de mala leche, pero con
cariño: el descenso del Deportivo le vino bien al Celta. La noble rivalidad por
el ascenso, hizo despertar sentimientos en los celtistas y echarle huevos los
jugadores en partidos difíciles de ganar. No querían quedarse a la cola del
ascenso y como el Deportivo, partido tras partido, fueron sumando puntos hasta
logra el objetivo. Esta situación hermanó
a dos ciudades, a dos aficiones, que salvo unos cuantos descerebrados, disfrutarán con el partido de hoy. En Primera,
los derbis tiene otro sabor, color, aroma y sobre todo, el que gane, ummmm. Un
derbi, no uno cualquiera, los que juegan Depor y Celta; Celta y Depor, es como hacer el amor, el equipo que gane, sus
aficionadas y aficionados disfrutarán de
un placentero orgasmo futbolístico, el que
pierda, ¡ay el que pierda! Tremendo
gatillazo y frigidez a sus aficionados y aficionadas, por esa razón, los derbis
no se juegan, se ganan.
Vigo es mi segunda ciudad. Celta, junto al Pontevedra y Racing de Ferrol
son equipos de mi preferencia, aunque claro, mi Deportiviño se lleva una parte
importante de mi alma. Hoy a pesar de mi cariño al Celda y a Vigo, puedo
asegurarles que no tengo el corazón dividido, mi alma está ocupada por el Real
Club Deportivo de A Coruña
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