jueves, 16 de mayo de 2013

Un cuento….casi chino, escrito en A Coruña

Un cuento….casi chino, escrito en A Coruña

La noche pasada  para que se durmiera mi hijo pequeño, tuve que leerle un cuento. Escuchaba el niño con suma atención, el efecto era el contario al deseado, la historia iba “in crescendo”, aumentaba paulatinamente el interés de mi hijo y el bueno de Morfeo, curioso él, también se acurrucó para escucharlo. No había buenos ni malos, solo idealistas que ponen garganta y dinero, personas con ilusiones, anhelos, fe, esperanzas, permanencias. Dos protagonistas: Blanco y Azul. Blanco es la espuma que forman las olas bramando contra las rocas los días de temporal, luchando para salir fuera de la escollera e inundar la ciudad, como están inundando las ilusiones de miles de personas, once caballeros que cantan la misma milonga siempre: Mientras los números no digan lo contrario, nosotros vamos a luchar hasta el final. Yo les creo, aunque en Valladolid mi fe se fue por el inodoro. Hoy tengo la esperanza de que aquellos que han borrado mi fe, reviertan la situación el domingo. Quienes no tienen fe son las porterías del equipo contrario, ni los árbitros que se dedican a restar una suma que llega tarde. La emoción tiene precio alto, creo que demasiado alto. Dejar para septiembre lo que no se aprobó en junio, solo los mediocres son merecedores de tan digno premio. Claro que se puede. Si, se puede. Solo es necesario apretar en el escroto un huevo contra otro, pero con sumo cuidado, no vaya ser que salga humo como si estuviesen quemando leña verde. Perdón, me olvidaba del cuento, lo escrito hasta ahora era mera casualidad con una triste realidad que, de no ganar el domingo, por muchas cuentas de la embarazada o lechera que se hagan, estas no tendrán valor alguno. Mientras hay vida, hay esperanza, dirán los caballeros que lucirán mis colores. Ganar y ganar. Buen título para el cuento. A un protagonista ya lo conocemos, Blanco. El otro, Azul, es el color del cielo, de la verdad suprema, no es otra que el compromiso de cumplir todos su trabajo con profesionalidad. Me voy de del cuento. Cachis, el amor a los protagonistas, Blanco y Azul, provoca algún que otro dislate en mi cerebro.

GANAR O GANAR

Frente a la mar brava donde la espuma es blanca impoluta, refulgente, como la gente que vive en la ciudad del ascensor de San Pedro. En la parte norte de la península de la ciudad fundada por una sirena, varada en la playa de San Amaro hace cientos de años, está enclavada una torre que es torre y escudo de la ciudad, mirador sobre la mar, ultimo adiós de Breogán. Fiel vigilante desde su puente de cristal, con cuatro ojos, como cuatro Polifemos gigantes, otearán blancos y azules en la tarde del domingo. Los nervios estarán a flor de piel, la mar querra estirarse para ver mejor y el corazón de los aficionados en en puño, como si fuese un saludo proletario.

Los gladiadores hijos de Hércules, se engalanarán con los colores de la profesionalidad, para combatir en una de las batallas más importantes de todos los tiempos. Antes de salir al césped recibían la ultima arenga de Potter:

-Dende o inicio debedes ir a polo combate, hoxe máis que nunca hai que gañar ou gañar, outro resultado sería deixar baleiro o tarro do bálsamo, esta ferida só cúrase cunha vitoria. A por eles
El capitán, con voz de canario flauta preguntó:

-¿Como debemo jugá?.

-Como sabedes coño, como sabedes. ¿O xa se vos esqueceu o que aprendestes?.

-No Potter. Fue la respuesta ovejuna, sin fuente.

-Esa é a clave, xogar como sabedes, todo irá ben. Pensade nos seareiros, merecen un esforzó, facelo por eles e pola historia do Clube.

-Lo haremos Potter.

-Tedes que comelos.
El chungón de turno dijo.

-Son las cuatro y veinte, será merendarlos.

-O carallo. Comelos ou merendalos da igual, o caso é gañar para ter posibilidades de salvar a categoría.

Los ojos de la Torre se miraban unos a otros. ¿Resucitó el espíritu tribunero de Caparrós?, se preguntaban entre sí. De Riazor llegaban los sones de los clarines anunciando el comienzo de la lid. Cinco en punto de la tarde, hora que debe marcar la resurrección de la dignidad. Los gladiadores enfilaban el callejón para salir al campo y luchar por la victoria.

Quede absorto en pensamientos. El niño al ver que no hablaba preguntó:

-¿Y qué pasó papá?.

-El domingo a las siete menos diez te contaré el desenlace. Espero que como los cuentos, el final sea feliz. Tres puntos para seguir soñando que, aún podemos soñar, de no hacerlo, la pasión y sentimiento dormirán en soledad.

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